-
Arquitectos: Amelia Tapia, Juan Ruis, URLO Studio
- Área: 90 m²
- Año: 2018
-
Fotografías:Diego Puente
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El Comedor en el huerto nace por iniciativa de una empresa internacional de consultoría ambiental, cuya sede en el valle de Cumbayá en la ciudad de Quito, necesitaba un espacio de comedor para sus trabajadores. El requisito principal del cliente fue la conservación de la vegetación existente en el patio trasero de la sede, donde debía ubicarse el proyecto.
El programa original requería de espacios de almacenamiento, bancada de preparación de almuerzos, y zona de parrilla, además de un espacio flexible que pudiera albergar ocasionalmente otros usos como talleres de formación, eventos corporativos y sesiones de team building. Para cumplir todas las necesidades del cliente sin prescindir del arbolado existente, en URLO propusimos la construcción de una cubierta inclinada en voladizo. En el eje estructural principal tangente al muro perimetral de la propiedad, ubicamos todos los espacios de almacenamiento y trabajo necesarios. De esta manera, el espacio central y el perímetro quedaban totalmente liberados, favoreciendo la fluidez en el espacio y la flexibilidad de uso.
Con intención de incorporar los árboles al proyecto, propusimos cuatro aperturas con forma de semicírculo en el perímetro de la cubierta, a través de las cuales pasan las ramas de estos árboles, difuminando el límite entre el final de la arquitectura y el principio de la naturaleza. En la parte central de la cubierta introdujimos dos lucernarios circulares de distintos tamaños que permiten el paso de la luz a través de un filtro metálico que simula la sombra de las hojas de los árboles.
La cubierta, compuesta únicamente de una chapa metálica y revestida por dentro de paneles de madera, se apoya sobre una estructura de cuatro pilares metálicos levantados sobre zapatas. Una única línea de pilares sostiene la totalidad de la cubierta, a través de unos tensores que cosen la parte superior de los mismos para poder generar mayor permeabilidad en el suelo. De cada pilar surgen unas vigas que, a parte de su función estructural, sirven para modular el espacio, complementadas con una viga falsa intercalada entre cada dos vigas estructurales, que albergan las instalaciones eléctricas y sostienen las luminarias.
Con el objetivo de generar un espacio sencillo, funcional y coherente con el entorno, decidimos trabajar únicamente con tres materialidades: el ladrillo, la madera y el color blanco. El ladrillo nos permite la construcción de paramentos verticales y horizontales a través del uso de una única pieza. Su color rojizo genera además una buena combinación con el marrón de la tierra. La madera aporta calidez en los acabados de mobiliario. Empleando un único formato de plancha conglomerada con acabado de olmo diseñamos el falso techo, el mueble que alberga todo el programa fijo anexo a la pared, y el mobiliario. El blanco lo usamos para la pintura del metal estructural, y para el material de la bancada de trabajo para resaltar los materiales anteriores y generar una pauta espacial que nos ayuda a tener una percepción más sencilla del espacio.
